Israel Torres Hernández
“No como el
expresidente”.
Cada 23 de abril es celebrado como el
Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor. Esa fecha fue determinada en 1995
por la UNESCO, entre otras situaciones, porque en 1616 murieron Miguel de
Cervantes Saavedra y William Shakespeare, referentes de las lenguas española e
inglesa de manera respectiva. Ya sea en formato digital o impreso, las
posibilidades de lectura aumentaron durante la pandemia del Covid 19. Según
estadísticas anunciadas por el INEGI 3.7 % fue el promedio de ejemplares que
los mexicanos leyeron a diferencia del 3.1% antes de la emergencia sanitaria. Uno
de las causas de tal modificación fue quedarse en casa. O sea, el confinamiento
hizo al lector. En seguida tres recomendaciones para festejar dicha efeméride.
“El miedo a los animales” muestra cómo resistir
y escribir a finales del siglo XX. Enrique Serna usa al personaje de Evaristo
Reyes, un policía judicial con aspiraciones literarias frustradas, para exponer
las “frivolidades” del ambiente intelectual y, al mismo tiempo, a la
putrefacción del sistema de justicia institucionalizada. Las peripecias de ese
héroe involuntario combinan ironía (publicación de su novela), drama (el
comandante Jesús Maytorena y sus cómplices), intriga (asesinato del periodista
Roberto Lima) y romance (la stripper Dora
Elsa). Alerta de spoiler: la dignidad
salva del instinto salvaje. Esta novela negra refiere varias canciones de las
cuales destaca Spill the wine.
“Un hilito de sangre” refiere a un integrante de la juventud ahora
llamada millennial. Eusebio Ruvalcaba
describe las vicisitudes de una generación que oscilaba entre el adelgazamiento
de la hegemonía política del PRI y la formación de su identidad sexual-social a
través de León Rosas Bernal. Este adolescente de 13 años reflexiona (aplica el
prefijo hiper y el sufijo érrimo), tiene trucos (por ejemplo HG o Hazte Güey)
para salir de cada problema (los caminos A y B). Es un muchacho amistoso, enamoradizo,
inteligente, pícaro y solitario pero lo abruma una frase de su padre (ser algo
de provecho) hasta que un chino le afirma “en la vida todo sel bloma, no
tomalte en selio”. Y cuando le preguntan a cuál equipo le va responde Cruz
Azul; el chiste se cuenta solo.
“La plaza” analiza cómo una
generación sobrevivió tras la matanza de Tlatelolco. Luis Spota relata las
formas de adaptación de muchas personas al desasosiego por pérdida de amigos y
familiares en 1968. A diferencia de otras obras con la misma temática agrupó a
siete personajes (nombrándolos como los días de la semana) para enjuiciar a un jefe
policíaco ya retirado. Luego de la ejecución hay una plática entre ellos que defiende
su sentencia: ¿Para qué recordar si
duele? Es mejor, lo sé, olvidar que estamos muertos; de ese modo resulta
soportable, lo sé también, vivir la vida. Aquel octubre seguirá vigente
porque nos enfrenta con algo peor: el desconocimiento.
Finalmente, esa fue mi cuota a la estadística, ahora siguen las de cada
quien. Desde la primaria la lectura ha sido enfatizada como vía para el
conocimiento. “Lee y tendrás tema de conversación” aconsejaban los maestros. Las
campañas publicitarias también invitan a leer veinte minutos al día. ¿Por qué
es tan difícil adquirir ese hábito? Debería ser un descubrimiento personal, no
obligatorio. Por ejemplo, no es lo igual “El principito” en la infancia que en
la adultez. En consecuencia, hay autores y obras que nos gustan, otros los aludimos
y algunos más los confundimos como el expresidente. “Che Guevara. Años
decisivos” es mi sugerencia final para descifrar Emparan 49.