viernes, 21 de octubre de 2011

Columna en El Popular.



POLVO AL SOL.

Israel Torres Hernández.

Y cuando despierten...

Cada 12 de octubre significa la valoración incorrecta de los legítimos orígenes de América. Exaltada como el Día de la Raza, al evocar “el descubrimiento” de Cristóbal Colón en 1492, esta conmemoración ha sido enmarcada por la historia oficial y el establishment como “el encuentro de dos mundos de cuya unión son consecuencia todos los que habitan desde Alaska hasta la Patagonia”. Repetida en discursos y ceremonias como si fuera sonsonete, tal expresión es hueca. Lo que ocurrió tras la llegada del almirante genovés más bien fue una colisión que da sentido, paradójicamente, a los rasgos actuales de las sociedades continentales. Por eso para pensar, vivir o recorrer América son necesarios cientos de hilos de Ariadna. Aquí un par.

Los padres de la patria. Para el caso de México la auténtica pareja fundadora son Hernán Cortés y la Malinche. El conquistador y su amante (una princesa) representan la mezcla sanguínea que inició la raza mestiza y mexicana (aunque ésta los niega). Su relación, exenta de romance pero no violenta como la mayoría de las procreaciones entre nativos y europeos, ha sido polémica desde su tiempo porque el status legal de Cortés le impidió reconocer a sus hijos. Y la Malinche, la chingada, fue despreciada por ayudar a los españoles en la Conquista y negar sus tradiciones. En cambio Miguel Hidalgo y la Virgen de Guadalupe (uno por comenzar la lucha insurgente y la otra por ser la “madrecita de los pobres”) fueron difundidos como ejes de la mexicanidad, según las buenas conciencias pese a que nunca podrían estar juntos ya que los cinco hijos del señor cura son impedimento. Entonces, ¿por qué no considerar a Pedro Infante (padre) y Elsa Aguirre (madre) con Luis Miguel (hijo) como los prototipos modernos?

El Caribe también cuenta. Pese a las excelentes novelas de Alejo Carpentier y García Márquez entre otros y algunos sitios paradisíacos, toda esa región parece un espejismo. Dos pueden ser las explicaciones: la predominancia de la raza negra y la influencia francesa. No obstante Haití fue el primer país latinoamericano en independizarse en enero de 1804. De forma parecida al resto del continente, detalles de su tragedia comenzaron con sus jefes insurgentes: Francois Dominique Toussaint-Louverture y Jean Jacques Dessalines. El primero, el libertador, murió en una fría prisión en Francia y el segundo, ya como emperador, fue traicionado y asesinado por exsubalternos. Es decir, ni la influencia de la Ilustración o los principios de la revolución lograron que Napoleón tratara al futuro país con libertad, igualdad y fraternidad. La historia restante fue consecuencia de asonadas, conspiraciones y la naturaleza incluso. ¡Pobre Haití, tan lejos de dios y tan cerca del mar!

Por último: América, la incesante, ha cambiado tanto que algún día regresará a lo que fue. Al igual que una cauda permanecen sus semblantes, los nombres son diferentes. De los aztecas a los mapuches; de Quetzalcoatl a la Santa Muerte; de el Che Guevara a el EZLN; del Chango Casanova al Manos de Piedra Durán; de Atahualpa Yupanqui a Víctor Jara y José de Molina; de Salvador Allende a Lula; de Pelé a Messi; del 2 de octubre a Aguas Blancas. Negar que estas contradicciones explicar lo que es ser americano sería lo mismo que echarle polvo al sol.

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