POLVO AL SOL.
Israel Torres Hernández.
En cada jijo, un mito te dio...
Cada 15 y 16 de septiembre reaparece el patriota, aunque también abunda el otro: el patriotero. Al primero es muy difícil de encontrar en esas fechas porque está ocupado tratando de solucionar sus problemas y los del país con base en el trabajo, la organización y el esfuerzo. Es conciente no sólo del narcotráfico sino del desempleo, la pobreza y la crisis económica. El puente vacacional es una pausa, no una interrupción en sus actividades. Para mayores señas de identificación no usa la playera de la selección, ni tiene cara pintada o el sombrero de ala ancha. En cambio, el segundo es presa del torbellino mediático que le indica hora, minutos y segundos en los cuales amarrarse la bandera, lanzar cohetes y creer que la defensa de la patria comienza desde “su trinchera diaria”; que los representantes populares (gobernadores, diputados y senadores) piensan en el bienestar de todos ya que es su misión; que ahora sí el país va hacia la ruta del progreso o que el renovado (en mañas) PRI resolverá los conflictos que originó desde el siglo pasado. Pero hay más. Aquí una breve guía para detectar a ese nuevo mexican curious.
Lejos quedaron los tiempos de los clásicos: Pedro Infante, Javier Solís o Jorge Negrete. En la combi y el micro suena a ritmo estridente, claro, por ser una fecha especial, algunas de los mejores piezas del machismo o para borrachos-dolidos-abandonados interpretados por Vicente Fernández o la Arrolladora. En el coche-auto-nave no pueden faltar los éxitos pop o el disco Los Tigres del Norte and Friends para verse y sentirse nice en el mes patrio, porque las vulgaridades rítmicas son para los jodidos.
El ¡Viva México, cabrones! es el grito oficial y símbolo del fervor que desde la cuna, la escuela o la calle es aprendido. Sólo en la ocasión septembrina los albures no tienen el mismo impacto, pasan a segundo término, pese a que muchos toquen la corneta con singular alegría o jueguen la reata. Las mentadas de madre son para mostrar afecto al carnal-compatriota más cercano y recordarle que la línea materna es cimiento de la mexicanidad, no insulto. Las mujeres son viejas, eso no cambia. Lo nuevo para sacar el carácter de la raza de bronce y lanzarlo al espacio es el FUA, elemento inequívoco de que los niños y los ebrios siempre dicen la verdad.
En conclusión: septiembre, el mes de la patria, nutre el calendario cívico, no lo origina. Es decir, el pasado y el presente amalgaman un sentido histórico-cultural bastante complejo que supera las etiquetas foráneas de greaser, amigo o ilegal o internas como jarocho, chilango o pipope. La imagen futura del país y sus pobladores será fruto de principios sui generis, no obstante determinantes: Hidalgo e Iturbide, Paz y Sabines, Juárez y Díaz, el Santo y Cantinflas, Cuauhtemoc y Cortés, la Malinche y la Virgen de Guadalupe, Lola la trailera y los Hermanos Almada. Pensar que puede haber México sin esos mexicanos es echarle polvo al sol.
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