viernes, 9 de septiembre de 2011

Columna en El Popular.

POLVO AL SOL.


Israel Torres Hernández.


Inteligencia a la mexicana.


Tras oír el quinto informe de Calderón he confirmado que es jefe de Estado, no un estadista. En su penúltimo reclamo-rendición de cuentas-corte de caja expuso de nueva cuenta que “no escatimará esfuerzos para combatir y erradicar a la delincuencia organizada”. En su reporte-aquí sigo a pesar del fraude-al siguiente año me voy le faltó, si su decisión es limpiar la casa, señalar cuáles fueron, son y serán sus acciones contra la corrupción y bases financieras de los cárteles, auténticos pendientes en su lucha contra el narcotráfico. Situación muy complicada cuando le restan doce meses. Pero si posee la calidad moral y política para enfrentar con decisión tal adversidad, este sería un buen comienzo: Allan Pinkerton.

Nacido en Glasgow, Escocia el 25 de agosto de 1819, Allan Pinkerton fue un reconocido detective y espía. Al no conseguir el sufragio universal emigró a Estados Unidos a los 23 años. En 1849 fue designado como el primer detective de Chicago. Dos años después, al lado del abogado Edgard Rucker, fundó la North Western Police Agency. La insignia era un ojo abierto de par en par con el lema: Nunca dormimos (We Never Sleep). A medida que Estados Unidos expandía su territorio aumentó el transporte ferroviario y la Agencia Pinkerton resolvió varios atracos a trenes durante los años 50. Usó técnicas como el seguimiento o rastreo de sospechosos, la suplantación o creación de personajes para misiones de espionaje. En los años sesenta Pinkerton sirvió como jefe del Servicio de Inteligencia de la Unión. Frustró una presunta conspiración de asesinato contra Lincoln en Baltimore, Maryland. Los agentes de Pinkerton trabajaban a menudo como infiltrados, haciéndose pasar por soldados o simpatizantes confederados para conseguir información militar secreta. Personalmente estuvo en varias misiones de espionaje bajo el apodo de Comandante E.J. Allen.

Después de sus servicios con la Unión, Pinkerton prosiguió su lucha contra los asaltantes de trenes y la infiltración de organizaciones obreras secretas y terroristas. Pinkerton murió en Chicago, Illinois, el 1 de julio de 1884 a causa de una infección provocada por morderse duramente la lengua al resbalar y caer en una acera. En el momento de su fallecimiento estaba trabajando en una gran base de datos para centralizar todos los informes de identificación de criminales registrados. Actualmente esa base de datos la administra el FBI.

Finalmente: la suerte es, a veces, más valiosa que cualquier arma. Si una cáscara de plátano terminó con Pinkerton, ojalá el período calderonista no sea víctima de algún descuido o desacierto cuando su objetivo es usar al ejército para protegernos a toda costa del mal, sin importar los daños colaterales. ¿Será por eso que, pensando en los peligros futuros, Felipe ha decidido que su hermana María Luisa compita por la gubernatura de Michoacán? Si es así, entonces tiene sentido su política de seguridad. Pensar lo contrario sería echarle polvo al sol.

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