miércoles, 31 de agosto de 2011

Columna en El Popular.


POLVO AL SOL.

Israel Torres Hernández.

Del olvido de Lobombo al no me acuerdo del News Divine.


En México hay actos demasiado violentos, no terroristas en el sentido estricto de la palabra. La noticia de la destrucción de un casino en Monterrey, lamentable por los más de treinta muertos que ocasionó la explosión de una granada, ha sido divulgada por algunos medios de comunicación, principalmente las televisoras, como “un serio atentado a la seguridad y paz de los mexicanos”. En consecuencia Felipe Calderón ha declarado tres días de luto nacional (la señal más evidente fue que la bandera ondea a media asta) para dar énfasis trágico, que sin duda lo tiene por los fallecimientos, aunque hay asuntos poco claros desde mi perspectiva.

1. Cuando los responsables del delito llegaron al establecimiento les pidieron a quienes jugaban que salieran. Si fueran terroristas al instante asesinan a quienes estuvieran a su paso. ¿O es que hay terroristas educados y son muestra de que la delincuencia nacional supera las actitudes bárbaras de los talibanes o de Al Qaeda que se conforman con bombas-suicidas o estrellar aviones en edificios?

2. Ya sin gente en la planta baja empezaron a rociar el lugar con gasolina. Hubo personas que se fueron al estacionamiento para huir, en vista de que con la vida no se juega... ¿o sí? Otros subieron al siguiente paso a seguir jugando, como si sólo fuera una advertencia. Quizá pensaron que iban a secuestrar o a robar. Para su mala suerte, hecho paradójico al tratarse de un casino, no imaginaron que una granada destruiría el establecimiento. Pésimo cálculo, peor imprudencia. Un terrorista que se precie de serlo no perdona a sus posibles víctimas o testigos. La magnitud del crimen deberá hablar por él.

3. Al ver las llamaradas y el humo quienes estaban jugando pretendieron escapar. Desesperados, intentaron salir por las puertas de emergencia que cualquier establecimiento debe tener, según los requerimientos que las autoridades municipales les pide para otorgarles la licencia de funcionamiento comercial. Otra jugarreta. Las puertas estaban cerradas. La consecuencia fue funesta. Es decir, la tragedia pudo ser aminorada y puesta sólo como informe policíaco, en vez de encabezar la nota roja.

Por último: el hecho en el casino de Monterrey es otra prueba de la corrupción imperante.

La estupidez de algunos dueños y personal de seguridad causa más daños que los accidentes. ¿Quién estará seguro en salones de baile, bares, antros cuando lo que se supone es para evitar una tragedia, las puertas de seguridad, aumenta el riesgo? Las emergencias son prueba de que unos encargados de protección civil reaccionan por instinto, no son proactivos. Los bolsillos llenos de billetes les impiden pensar y actuar rápido. En cuanto al gobierno federal cabe las siguientes preguntas: por qué no declarar también luto nacional los casos Lobombo y News Divine en los que las salidas de emergencia, coincidentemente, estaban cerradas; y si estas nuevas víctimas serán otros daños colaterales. Suponer lo contrario sería echarle polvo al sol.


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