Tomada de El Universal
Lucero
fue golpeada ferozmente por no aceptar tener relaciones sexuales, y la
procuraduría hace todo lo que está a su alcance para arrebatar sus
derechos a la joven mexicana de Guanajuato y silenciar a la prensa
insinuando que ella fue, de alguna manera, culpable del ataque.
Mousin
y Raja de 14 y 15 años se besaron en la boca afuera de su escuela en
Marruecos y su amigo Osama les tomó una fotografía que subieron a
Facebook. Las autoridades les apresaron durante cinco días y ahora les
están llevando a juicio por exposición indecente y daños a la moral
pública. En Marruecos besarse es considerado inmoral, golpear o violar a
la esposa no lo es. La chica y el chico podrían pasar hasta dos años en
prisión, ya que según la fiscalía el beso en público amenaza a la
sociedad y va contra los fundamentos educativos.
En Yemen, Saadah
cuyo nombre significa felicidad, a los 13 años fue vendida en matrimonio
por su padre. El marido, de 50 años, pagó el equivalente a mil
doscientos pesos mexicanos por la niña a quien maltrató hasta que ella,
ya de 18 y con dos pequeños, logró escapar y volver a la casa materna.
El papá asegura que vendió a sus hijas para evitar que vivieran sumidas
en la pobreza. Ahora las dos, como miles de niñas víctimas de
matrimonios forzados en el mundo, han regresado a la casa con hijos e
hijas que alimentar, sin recursos ni protección y convencidas de que el
Estado no reconocerá su libertad y su dignidad.
En Indonesia, en
la provincia sur de Sumatra, el ministro de educación ha propuesto una
ley que ordena que todas las jóvenes que quieran acceder a la
preparatoria deben pasar por un examen ginecológico para demostrar su
virginidad. Las chicas que no tengan el himen íntegro no podrían recibir
educación pública. Detrás de esta política que algunos grupos
conservadores pretenden homogeneizar en Indonesia, y que ha indignado a
los sectores progresistas de este país, está el machismo. El ministro de
educación Muhammad Rasyd afirma que esta medida legal logrará que las
mujeres eviten el sexo premarital. Las activistas indonesias que
cuestionan a este político y a líderes religiosos que celebraron la
propuesta de ley, aseguran que la medida significa un retroceso
monumental en los derechos de las mujeres en la región.
Detrás de
estos y de otros miles de casos, se oculta una oleada de misoginia
conservadora que pretende abatir los derechos de las mujeres y jóvenes.
Esos derechos que nuestras antepasadas ganaron arriesgando la vida. En
algunos países como México, Indonesia o Italia las leyes contra la
violencia hacia las mujeres avanzan, sin embargo su aplicación sigue
sujeta a códigos “morales” contradictorios que favorecen a los agresores
mientras humillan y revictimizan a las mujeres y niñas. Todos los días
miles de notas periodísticas documentan el aumento del feminicidio en el
mundo, una forma de violencia extrema para controlar a unas mujeres, y
advertir a las demás que ellas podrían ser las próximas en la lista si
no obedecen los mandatos del sexismo, que promueve un doble rasero
moral.
El argumento “yo tengo hijas y madre” usado por los
políticos, es absurdo, pues estar cerca de mujeres no garantiza su
convicción por la igualdad jurídica y social. Mientras escucho a las
mujeres de Indonesia discutir la ley de la virginidad, documento la
aceptación social que la explotación de las mujeres tiene en esta
región. Leo que los medios de México, Marruecos, Indonesia o Yemen no
logran salir de la nota superficial; no analizan el control social de
las mujeres y niñas a través de la expropiación de su voluntad, de su
cuerpo y su sexualidad. Debemos preguntarnos cómo se condiciona su
educación a cambio de sumisión, su sobrevivencia a cambio de entrar en
matrimonios serviles. O cómo se les niega el acceso a la justicia cuando
son libres y se rebelan ante la opresión. Mientras no logremos llevar
las noticias del escándalo del caso individual al contexto de políticas
públicas y convicciones privadas de políticos sexistas que promueven la
opresión, la desigualdad y la violencia, muy poco cambiará. Nadie le ha
pedido al gobernador de Guanajuato que hable de su madre, se le exige
que se asegure que el procurador que ha designado haga valer las reglas
jurídicas. Al ministro de Sumatra se le exige la educación gratuita
igualitaria, sin meter su cabeza debajo de las faldas de las
adolescentes; al gobierno yemení se le exige abatir la pobreza y
fomentar la equidad. Tan claro como el agua.
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