lunes, 30 de julio de 2012

Columna en El Popular


POLVO AL SOL

Israel Torres Hernández

Hemingway: a su manera.

Dos características de la literatura son señalar que la vida es cambiante y la del escritor más. Ernest Miller Hemingway nació en Oak Park, Illinos, el 27 de julio de 1898. Al ser conmemorado otro aniversario de su nacimiento, es momento de referir algunas situaciones relacionas a ese impulso por adentrarse en los conflictos internos de sociedades e individuos, sin pensar que los propios incendiaban pensamiento y voluntad. Que haya sido uno de los poco en ganar el Pulitzer y el Nobel en 1953 y 1954 respectivamente; haber sido reconocido por la fama y el público por obras como “El viejo y el mar” y “Por quién doblan las campanas”; haber estado casado en cuatro ocasiones pareciera que no cubrían una herencia que terminaría con la muerte. O que sus padres le hayan enseñado a cazar, a pescar, a tocar el cello y a cantar. Ernest vino para mostrar que cada quien es dueño de lo que tiene y se lo lleva cuando lo cree pertinente.
En 1928 Clarence Hemingway , el padre del célebre escritor, agobiado por las deudas y la diabetes, tomó una pistola y se suicidó.
En 1961 Ernest también se suicidó con una escopeta a pesar del éxito.
En 1966 Úrsula, su hermana, enferma de cáncer y que tenía depresión, murió de una sobredosis.
En 1982 Leicester, otro hermano, a quien le iban a amputar las piernas por la diabetes, se suicidó.
En 1996, en el aniversario de la muerte de Ernest, su nieta, la actriz Margaux Hemingway fue hallada muerta en su departamento de Santa Mónica, California, por una sobredosis de barbitúricos.
En conclusión: la muerte propia es uno de esos pequeños sinsabores que pocos consiguen. Algunos podrían alegar depresión, diabetes o un “gen suicida”. En el caso de Ernest Hemingway es que las interrogantes de su decisión superan a los motivos. No creo que la clave esté en los personajes de sus novelas o en haber trabajado como reportero en las Guerras Mundiales. Ese secreto se fue con él. Porque descubrir la verdad es, a veces, ir a contracorriente, entender que la dirección propia nos arropa o envuelve hasta regresar al sitio primigenio. El gran misterio. Imaginar que el suicidio sea mejor a que Anahí deje de cantar por amor es echarle polvo al sol.

martes, 24 de julio de 2012


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COLUMNA EN EL POPULAR


POLVO AL SOL

Israel Torres Hernández

Voz de la libertad fulgurante.

Nacido en Chiautla de Tapia en 1892, Gilberto Bosques Saldívar fue ejemplo de humanismo. Debido al 120 aniversario de su natalicio, las autoridades estatales y de aquel municipio lo homenajearon por sus méritos como diplomático durante el período cardenista al participar en el rescate y salvación de numerosos migrantes y disidentes en vista de la Segunda Guerra Mundial. Durante su labor como cónsul general en Francia, dominada por los nazis, enfrentó contrariedades para defender el derecho de asilo a favor de perseguidos españoles, judíos, italianos y franceses. Alrededor de 40 mil fueron salvados de la tortura, fusilamientos o los campos de concentración. Por ello, junto a otros políticos también opositores a Adolfo Hitler, estuvo en cautiverio en Bad Godesberg, cerca de Bonn, por más de un año hasta que por un acuerdo entre regímenes regresó al país con su familia. Terminada la conflagración estuvo en Suecia y Cuba, donde conoció la transición gubernamental de Fulgencio Batista a Fidel Castro. Y cuando los designios de Estados Unidos, en el marco de la Guerra Fría, buscaban aislar al revolucionario en la OEA votó en contra de tal proyecto. No obstante, este testimonio prueba el interés por asuntos internos previos al movimiento de 1910.
“Puebla era una bella ciudad transparente. Vista desde arriba, sus torres concertadas parecían piezas de ajedrez en tablero de rectilíneos cuadros. Vivía una pulcritud cristalina y horas sosegadas, en las que, por aquel entonces, empezaba a injertarse la inquietud política de los estudiantes”.
La pequeña urbe provinciana estaba regida por un alcalde de grave casona con escudo de armas, por un jefe político –brazo cruel de tiránica autoridad superior- y por un gobernador de sabe y entorchados como el dictador metropolitano”.
Eran los últimos años de la primera década del siglo. De los talleres y campos venía una inusitada voz, amanecida en la vieja tribulación del pueblo. La voz llegaba a las finas antenas de la juventud, que iba tomándola para nutrir con ella su fresca y solidaria comprensión”.
“En un día estremecido de la historia, surgió la esperanza militante de Madero. Todos los muchachos del Instituto Normal siguieron las banderas de la lucha cívica, y después, muchos de ellos fueron a la lucha armada”.
En conclusión: el ideal de Gilberto Bosques Saldívar permanece al igual que la injusticia. Luego de ver la actuación de Chaplin en “El gran dictador”, el escritor Ray Bradbury mencionó que el humor es un arma valiosa para denunciar la corrupción. Sin duda, notable comentario. Pero como la sinrazón se esconde o aprovecha cualquier espacio para emerger a sangre y fuego, mientras haya más formas de bloquearla habrá una sociedad conciente de su ingenio y libertad. De ahí que la ironía funja a veces como único medio para hacerle la Britney-señal a la ineptitud. No reírse cuando un noticiero haya puesto del Bosque en vez de Bosques es echarle polvo al sol.