POLVO AL SOL
Israel Torres Hernández
Hemingway: a
su manera.
Dos
características de la literatura son señalar que la vida es
cambiante y la del escritor más. Ernest Miller Hemingway nació en
Oak Park, Illinos, el 27 de julio de 1898. Al ser conmemorado otro
aniversario de su nacimiento, es momento de referir algunas
situaciones relacionas a ese impulso por adentrarse en los conflictos
internos de sociedades e individuos, sin pensar que los propios
incendiaban pensamiento y voluntad. Que haya sido uno de los poco en
ganar el Pulitzer y el Nobel en 1953 y 1954 respectivamente; haber
sido reconocido por la fama y el público por obras como “El viejo
y el mar” y “Por quién doblan las campanas”; haber estado
casado en cuatro ocasiones pareciera que no cubrían una herencia que
terminaría con la muerte. O que sus padres le hayan enseñado a
cazar, a pescar, a tocar el cello y a cantar. Ernest vino para
mostrar que cada quien es dueño de lo que tiene y se lo lleva cuando
lo cree pertinente.
En
1928 Clarence Hemingway , el padre del célebre escritor, agobiado
por las deudas y la diabetes, tomó una pistola y se suicidó.
En
1961 Ernest también se suicidó con una escopeta a pesar del éxito.
En
1966 Úrsula, su hermana, enferma de cáncer y que tenía depresión,
murió de una sobredosis.
En
1982 Leicester, otro hermano, a quien le iban a amputar las piernas
por la diabetes, se suicidó.
En
1996, en el aniversario de la muerte de Ernest, su nieta, la actriz
Margaux Hemingway fue hallada muerta en su departamento de Santa
Mónica, California, por una sobredosis de barbitúricos.
En
conclusión: la muerte propia es uno de esos pequeños sinsabores que
pocos consiguen. Algunos podrían alegar depresión, diabetes o un
“gen suicida”. En el caso de Ernest Hemingway es que las
interrogantes de su decisión superan a los motivos. No creo que la
clave esté en los personajes de sus novelas o en haber trabajado
como reportero en las Guerras Mundiales. Ese secreto se fue con él.
Porque descubrir la verdad es, a veces, ir a contracorriente,
entender que la dirección propia nos arropa o envuelve hasta
regresar al sitio primigenio. El gran misterio. Imaginar que el
suicidio sea mejor a que Anahí deje de cantar por amor es echarle
polvo al sol.